LITERATURA JAPONESA


   Cuando se habla de literatura japonesa es preciso hacerlo desde una amplia perspectiva para considerar un vasto contexto histórico y social. Se trata de una tradición de miles de años marcada por procesos culturales muy complejos, largas y cruentas guerras, períodos de cambios al entrar en contacto con las potencias de occidente durante la era industrial y muchos otros aspectos religiosos, políticos y profundamente humanos.

Cuando Japón reabrió sus puertos al comercio y la diplomacia occidental en el siglo XIX, la literatura occidental influyó enormemente en sus escritores; la misma influencia sigue hoy todavía patente.

 

Orígenes

La literatura japonesa es el conjunto de obras literarias escritas en Japón, tanto en el estado japonés moderno como en su mismo territorio en épocas anteriores. De este modo, la literatura japonesa comprende unos trece siglos de antigüedad.

Tiene sus orígenes en la tradición oral. Los primeros registros de textos escritos se remontan a la llegada a las islas japonesas de los caracteres chinos (hanzi) alrededor de los siglos VII y VIII. En aquella época, llamada período arcaico, se escribieron las primeras obras escritas que se puedan llamar japonesas. Entre ellas destacaron las crónicas Kojiki, Nihonshoki y Manyoshu.

Superado este período inicial, se desarrolla una escritura basada en caracteres propiamente japoneses. Es el llamado periodo Heian o clásico (794-1185), y normalmente se lo considera como la etapa clásica de la literatura japonesa. Leer y escribir era un privilegio de la nobleza, no estaba al alcance de la gente común. En el período Heian, las formas literarias importantes incluyeron diarios, ensayos y poesía. La poesía era el género más escrito y, en el ámbito cortesano, el más popular. Las primeras recopilaciones poéticas de esta etapa provienen del siglo X, y son las llamadas Kokinshu. La Ise-Monogatari es la primera obra en prosa realmente relevante, también escrita en este siglo. Como particularidad, se destacaron muchas escritoras en este período.

El período medio (que abarca entre 1185 a 1587), fue muy pobre, debido a las constantes guerras y hambrunas, hubo poca producción literaria la cual recayó sobre los monjes. Son de digna mención las obras Heike-monogatariTsurezuregusa. En el siglo XIV aparecen las representaciones teatrales llamadas No, que tenían como propósito la exaltación patriótica y la propaganda religiosa; recordemos que la literatura de estos tiempos fue elaborada por monjes budistas.

El período Edo, (1603-1868) fue un momento en que el drama, el teatro, el arte y la literatura comenzaron a florecer debido al aumento de las tasas de alfabetización en todo Japón. Poemas, como los haikus, pequeños poemas que, con la mínima cantidad de palabras, se trata de expresar el máximo de cosas, guías de viaje y “novelas populares”, aumentaron en la demanda de la audiencia cada vez más educada de Japón.

Tras la Restauración Meiji (1866-1912), donde se eliminó el gobierno del shogun, el emperador permitió una apertura a las influencias occidentales para modernizar el país. Esto dio como resultado la implementación, por parte del gobierno, de un sistema controlado, que proporcionaba escuelas primarias, escuelas intermedias y universidades, y la modernización de la prensa unida a una mayor libertad de expresión.

La creciente alfabetización de esta época provino de libros occidentales traducidos, artículos de revistas y periódicos. El lenguaje japonés se simplificó, y se promovió el entendimiento entre las culturas oriental y occidental.

En los primeros treinta años del siglo XX, la occidentalización alcanzó su punto más influyente dentro de la sociedad en japonesa, debido a los locos años veinte. El jazz, las revistas, las películas y la versión japonesa de la chica flapper se hizo extremadamente prominente durante este período.

El último impulso de la literatura japonesa vino tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial. El resurgir político, económico y social del país, vino acompañado también de una gran pujanza cultural. Los cambios sociales, políticos e ideológicos, dieron pie al surgimiento de una nueva generación de escritores.

 

Los Autores

Durante el período Heian sobresalieron Murasaki Shikibu (973-1014) considerada como la autora de la primera novela escrita en el mundo, Genji Monogatari o La novela de Genji, y Sei Shonagon con el texto El libro de la almohada, diario personal, el cual era costumbre que se guardara bajo la cabecera de la cama (de ahí el nombre). El libro de la almohada está compuesto por una serie de listas en las que la autora enumera elementos de la realidad cotidiana, como, por ejemplo, cosas que emocionan, cosas que producen una sensación de suciedad, cosas que no pueden compararse, etc.

En período medio destacó el monje Yoshida Kenkō (1283-1350), quien escribiera Ensayos en ociosidad, colección de ensayos japoneses escritos entre 1330 y 1332, cuya temática varía desde la belleza del medio ambiente, la transitoriedad de la vida, tradiciones, amistad y otros conceptos abstractos. La obra es considerada una joya de la literatura japonesa,

Matsuo Bashō (1644-1694), fue el poeta más famoso del período Edo de Japón. Está considerado como uno de los cuatro grandes maestros del haiku, junto a Yosa Buson, Kobayashi Issa y Masaoka Shiki. Bashō cultivó y consolidó el haiku con un estilo sencillo y con un componente espiritual. Su poesía consiguió renombre internacional, y en Japón muchos de sus poemas se reproducen en monumentos y lugares tradicionales.

En la primera mitad del siglo XIX se destaca Takizawa Okikuni, más conocido por el sudónimo de Kyokutei Bakin (1767-1848). Nacido en una familia samurái, renunció a su posición para dedicarse a escribir. Su obra principal es Satomi y los ocho perros, de 106 volúmenes, que le llevó 28 años completar a causa de una ceguera. La obra está centrada en temas samuráis como la lealtad y el honor, así como el confucianismo y la filosofía budista.

A principios del siglo XX, sobresale la obra de Natsume Sōseki, profesor de literatura inglesa y autor de haikus. Con Sōseki, la novela realista alcanzó su cúspide.  La temática en sus obras gira siempre alrededor de la mezcla de comportamientos japoneses y occidentales que vivía Japón y las contradicciones que producía en la gente. Sus obras más importantes son Botchan, Sanshino, Kokoro y la aclamada Soy un gato.

Entre los escritores de la primera mitad del siglo XX, destacan tres: Janichiro Tanizaki, Ryonosuke Akutagawa y Yasunari Kawabata.

Considerado por muchos como la piedra angular de la novela contemporánea japonesa, Janichiro Tanizaki (1886-1965) publicó, a lo largo del siglo XX, varios textos que lo situaron dentro de lo mejor de la literatura moderna: Hay quien prefiere las ortigas (1929), Las hermanas Makioka (1947), o la polémica novela La llave (1956).

Estilísticamente la obra de Tanizaki se muestra contraria al Naturalismo y, más que fijarse en los detalles concretos, se concentra en la evocación de ambientes y estados de ánimo. Tanizaki ha jugado un papel principal en el entrecruzamiento de la cultura y el arte de Oriente y Occidente, en la modernización-devastación del siglo XX.

 El narrador Ryonosuke Akutagawa (1892-1927) fue un escritor perteneciente a la generación neorrealista que surgió a finales de la Primera Guerra Mundial. Sus obras, en su mayoría cuentos cortos, reflejan su interés por la vida del Japón Feudal. Considerado como el “padre de los cuentos japoneses”, el Premio Akutagawa, uno de los más prestigiosos de Japón, fue nombrado en su honor.