SONETO XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,

y en luengos ramos vueltos se mostraba;

en verdes hojas vi que se tornaban

los cabellos que el oro escurecían.


De áspera corteza se cubrían

los tiernos miembros, que aun bullendo estaban:

los blancos pies en tierra se hincaban,

y en torcidas raíces se volvían.


Aquel que fue la causa de tal daño,

a fuerza de llorar, crecer hacía

este árbol que con lágrimas regaba.


¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!

¡Que con llorarla crezca cada día

la causa y la razón porque lloraba!

GARCILASO DE LA VEGA