Evolución
Poética:
Su
primera etapa, aún balbuceante, tentativa, lo hace refugiarse en formas de
fácil imitación, aunque sus metáforas se muestran ya audaces y cargadas de
significado. Su libro Perito en lunas,
le debe todavía demasiado a otros poetas.
En
1934 inicia una segunda etapa, la que ha de desembocar en su obra maestra, El rayo que no cesa, compuesto
básicamente de sonetos, que le sirven de medio idóneo para la síntesis
expresiva de concentración verbal y desbordamiento emocional. El amor, cruzado
por un trágico vitalismo, es el centro de este libro.
Su última etapa, la del servicio a la causa
republicana durante la guerra civil, nos dará un poeta de lenguaje más directo,
al alcance de todos. Es una poesía que participa de alguna manera del combate y
relega un tanto las exigencias estéticas previas. Viento del pueblo y El hombre
acecha son de esa época de compromiso social y no pueden más que traducir
las hondas emociones que la tragedia de la guerra siembra por toda España y en
su sensibilidad.
Características De La Obra:
Pocos
hombres han sido tan apasionados en volcarse en su creación poética como Miguel
Hernández. Para algunos críticos, es solamente comparable a García Lorca por su
capacidad para combinar el sentimiento de lo popular con las técnicas cultas de
escribir poesía. Hernández es un poeta inconfundible, marcado siempre por el
sello de la sinceridad. Así puedo escribir: “yo
empuño el alma cuando canto” o “la
lengua en corazón tengo bañada”, y toda su poesía lo confirma.
Su
poesía es de hondo contenido humano, vigorosa, “masculinamente seria” como escribiera él en un poema, hablando de
una actitud. A la vez, es hondamente emotiva y la plasma en formas verbales
rigurosas, formalmente exigentes, huyendo de la facilidad. La fuerza de sus
imágenes y su originalidad, son también inconfundibles.
“El
Rayo Que No Cesa”:
Es un libro que
contiene treinta poemas, que está muy pensado y estructurado:
- Poema liminar, que sirve como introducción (“Un carnívoro cuchillo…”).
- Trece sonetos.
- Un poema que ocupa el centro del poemario (“Me llamo barro aunque Miguel me llame”).
- Trece sonetos.
- Una elegía.
- Soneto final.
Miguel Hernández no
pensaba poner la elegía, sin embargo, su gran amigo Ramón Sijé murió y decidió
añadirla al final y acabar después con un soneto final.