A
Conchita García Lorca
La luna vino a la fragua
con
su polisón de nardos.
El
niño la mira, mira.
El
niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve
la luna sus brazos
y
enseña, lúbrica y pura,
sus
senos de duro estaño.
–
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían
con tu corazón
collares
y anillos blancos.
–
Niño, déjame que baile.
Cuando
vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con
los ojillos cerrados.
–
Huye luna, luna, luna,
que
ya siento sus caballos.
–
Niño déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando
el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene
los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce
y sueño, los gitanos.
Las
cabezas levantadas
y
los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay, cómo canta en el árbol!
Por
el cielo va la luna
con
un niño de la mano.
Dentro
de la fragua lloran,
dando
gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire
la está velando.
FEDERICO GARCÍA LORCA