La narración detectivesca, también llamada novela
policial o novela de misterio, es un típico producto de la evolución de la
novela romántica, en busca de un elemento racional ante el simple misterio,
efecto que también se nota en el cuento fantástico y la ciencia ficción.
Como constantes, supone un hecho delictivo,
preferentemente un asesinato misterioso, sobre el cual se desenvuelve una investigación
policial. En el relato suele haber, además de la víctima, un detective (rara
vez profesional), un asesino (cuya identidad no llega a descubrirse hasta el
desenlace) y un conjunto de personajes adicionales cuya intervención en los
sucesos permite crear y multiplicar falsas pistas y sospechosos. Siempre hay
dos figuras “sobrehumanas”, el detective y el asesino, que se enfrentan en
lucha de inteligencia, astucia y habilidad, rodeados por individuos comunes y
muchas veces un poco torpes.
Edgar Allan Poe fue el creador del relato
policial. Su investigador, C. Auguste Dupin, es el primero de todos, el modelo,
el arquetipo que vive con un amigo que es quien relata la historia. La misma
estructura se repite en Conan Doyle, con Sherlock Holmes y su amigo, el doctor
Watson, quien narra las aventuras.
El modelo Sherlock Holmes y “El sabueso de los Baskerville”
La estructura de los relatos de Sherlock Holmes es
casi constante.
En su casa de Baker Street, el detective y su
amigo, el Dr. Watson, el narrador de cada historia, se encuentran conversando
cuando llega a la casa un visitante. Luego de observaciones rápidas y sagaces
en que Holmes descubre rasgos de la personalidad del visitante y lo impresiona
con sus poderes de deducción, este explica el misterio o las circunstancias que
lo hace recurrir a Holmes en busca de ayuda. Narrados los hechos, luego de un
interrogatorio de Holmes, el visitante se retira y Holmes comenta los detalles
con Watson. Generalmente, Holmes termina yendo al lugar de los hechos (casi
siempre fuera de Londres, en la campiña) y, en completo hermetismo, desarrolla
su pesquisa y acorrala con observaciones y deducciones al culpable, que termina
por ceder ante el cúmulo de conclusiones que Holmes ha acumulado. Luego de la
intervención de la policía, concluye el caso.
Un asesinato o un misterio impenetrable, en
cualquier caso desafiando la imaginación y la mente lógica de Holmes, están
siempre detrás de su intervención.
La estructura corresponde en un todo con lo que se
consideran los caracteres fijos del relato detectivesco:
1.Un asesinato
o circunstancias extraordinarias que ocurren sin explicación aparente,
ocasionalmente un chantaje, una desaparición o un robo. Generalmente presentado
al comienzo, el relato resulta del proceso de deducción que llevará a su
esclarecimiento.
2.Marcas,
pistas o indicios muy sutiles dejadas por el autor del delito, que pasarán
desapercibidas para todos, menos para el detective. Este es el protagonista del
relato y debe ser extraordinariamente observador como para ser el único que
identifique las claves del misterio.
3.La
utilización de indicios crea la atmósfera para que el lector se vea atrapado
por la intriga de la narración y estimulado a considerar presuntos culpables a
medida que se van presentando los personajes. Al lector se le crea la ilusión
de tener elementos suficientes para “adivinar” quién es el culpable o cómo
actuó. Se siembran falsos indicios o falsas pistas, junto a los verdaderos.
4.Un detective
privado se encargará de montar la trampa en que caerá el culpable, después de
descubrir lógicamente la trama del crimen y probar, sin lugar a dudas, todos
los aspectos del mismo.
Dentro de posibles clasificaciones de detectives
de los relatos de este tipo, lógico
(basado en la observación y la deducción), aventurero
(envuelto en peleas, persecuciones y violencia) y mixto (ambas características), Sherlock Holmes se ubica en el
primer grupo. Científico, frío y sagaz, va desmembrando los datos y
recomponiendo la cadena de razonamiento y acciones del culpable, pensando como
él, hasta identificarlo.
En la novela “El
sabueso de los Baskerville”, la estructura se repite, aunque
se introducen algunos elementos que la distinguen de otros relatos más
convencionales del estilo Sherlock Holmes:
1.La
incorporación de elementos casi sobrenaturales por la función que cumplen: el
páramo y el sabueso.
2.Sherlock
Holmes no interviene directamente en la mayor parte del desarrollo del relato.
3.A
consecuencia de lo anterior, la participación del Dr. Watson como personaje
(aparte de su función de narrador) es mucho más activa y protagónica que en el
resto de los relatos de la saga Holmes.
Extraído de:
Romiti, Elena y Varela, Rafael: “Literatura de Cuarto Año”, Aitana Ediciones, Montevideo, 2008.